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  • lunes, 16 de febrero de 2015

    INESPERADO APOCALIPSIS


     El séptimo ángel abrió el séptimo sello cuando dejó de sonar la séptima trompeta y extrajo de su interior un objeto desconocido para él. Intentó usarlo, pero como no lanzaba fulgurantes llamas, y tampoco era de oro y diamantes como su brillante armadura, lo arrojó al vacío.
    Millones de kilómetros más abajo, Manuela lo recogía unos minutos después de que los transeúntes lo despreciaran igual que a ella: le recordaba el tiempo en el que podía comer todos los días y pagar un apartamento en la zona céntrica de la ciudad, gracias al sueldo que ganaba como escritora «negra» de una importante editorial... hasta que fue despedida y lo perdió todo.
    Con manos temblorosas, intentó probar si funcionaba sobre uno de los cartones de su carrito, pero apareció la policía y la echó del selecto barrio en el que siempre acababa tras emborracharse, cuando creía que seguía viviendo en el hogar perdido. En cuanto llegó al extrarradio donde malvivía, se sentó en su roído banco y, entre trago y trago de vino y muchas lágrimas, escribió con la extraña estilográfica que había encontrado: «Malditos indiferentes... ojalá ardáis en el infierno».  Al instante, unas lenguas de fuego surgieron de no se sabe dónde y devoraron varios edificios.
    Muy lejos, millones de kilómetros por encima de Manuela, el séptimo ángel seguía buscando, dentro del séptimo sello, la espada flamígera con la que pensaba exterminar a la humanidad desahuciada de la Tierra.
     

    2 comentarios:

    1. Me gusta que se te haya ocurrido utilizar una profecía bíblica para tu micro. Sin duda, le confiere un tono muy interesante a una situación, por desgracia, muy cotidiana.
      Un abrazo, Seltima.

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