Hablemos de las sonrisas sepultadas en los abismos interiores;
hablemos de los abrazos que agonizan
entre los dientes insaciables de este mundo;
hablemos de esos ángeles de carne
con sueños gigantescos como alas y lágrimas terrestres
que sufren demasiado para morir temprano
y nunca aparecen en los libros sagrados ni en la Historia
aunque sepan amar como el latido,
a cien cálidas sonrisas por minuto
y un abrazo al instante con luz en las pupilas.
Hablemos, sobre todo, de esas manos cercanas que liberan,
con solo su amistad, lo mejor de nosotros.
Precioso. Han sido día inolvidables que se completan con esta rública final. Besos
ResponderEliminarGracias, Mar. Eres un sol, nunca mejor dicho. Me ha encantado conocerte: ¡mucho!
ResponderEliminarMagnífico colofón esta poesía, enhorabuena Seltima. Ojalá hubiese podido compartir las horas que la inspiraron. No pierdo la esperanza de encontrarnos en una prøxima. Besos a todos.
ResponderEliminarGracias, Marusela.
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