Hacía mucho tiempo que no venía al cine. Las películas
de acción ya no son lo que eran. Eastwood, Norris, Bronson... ¡qué grandes! Te hacían aplaudir en la butaca. Y no los de ahora. Maricas.
Camino calle abajo hacia el lugar donde aparqué el
coche. Mientras busco las llaves oigo unas voces, alguien grita. Levanto la
mirada y veo a un tipo corriendo en mi dirección. Tras él hay otro que le
señala mientras le persigue.
— ¡Socorro! ¡Al ladrón, al ladrón! ¡Mi móvil!
El ratero sortea a un par de viandantes, corre veloz,
ya está cerca, afianzo mis pies en el suelo y cuando pasa junto a mí me interpongo
en su trayectoria. Todo sucede en un par de segundos. Le empujo con mi hombro y
le derribo, cae boca abajo y le inmovilizo clavando mi rodilla en su espalda. Cargo
todo mi peso sobre su columna vertebral y le arranco el teléfono de las manos.
Veo el logotipo de la dichosa manzanita; no podía ser otro. El caco intenta
zafarse, apenas puedo verle la cara bajo la capucha de la sudadera. Protesta y
trata de liberarse.
—No te muevas. Estira los brazos y pega la cara al
suelo.
—¡No me haga daño! —suplica— por favor, déjeme
marchar. Solo quería venderlo, en casa no tenemos nada para comer.
—Cállate.
—Se lo juro, no soy ningún delincuente, nunca había...
—He dicho que te calles —le interrumpo.
La víctima llega hasta nosotros, le entrego su móvil y
me fijo en él: zapatos con borlas, pantalón rojo chillón y un polo blanco con
un caballito en el pecho. Debe tener frío porque lleva el cuello levantado.
Apenas es un crío.
—¿Todo en orden? —le pregunto.
Pero me ignora y comienza a toquetear la pantalla. Parece
que está escribiendo un mensaje.
—Eh —insisto—, si todo está bien ya puedes llamar a la
policía, no voy a sujetar a este fulano toda la tarde.
Por fin vuelve en sí y me mira como si viese a un
extraterrestre.
—¿A la policía? Paso, ya tengo mi móvil. No quiero
movidas.
—¿Pero qué estás diciendo?
—Que me largo; gracias, tío.
Y empieza a darse la vuelta para marcharse mientras yo
estoy ahí, con ese desgraciado besando el suelo, pensando en que acabo de hacer
de Charles Bronson para nada.
—Dame ese móvil. Lo haré yo —le digo, estirando el
brazo.
—¿Qué? Ni hablar.
—¡Que me lo des, coño! —y se lo arranco de las manos.
El muy imbécil se queda petrificado al ver que en menos de cinco minutos le han
birlado dos veces su valioso teléfono.
Me pongo en pie, sujeto al ladronzuelo por la sudadera
y le ayudo a levantarse. Apenas tiene treinta años, lleva varios días sin
afeitarse y las lágrimas se deslizan sobre sus ojeras. Pongo el móvil en su
mano. Hago un gesto con la cabeza, señalando calle arriba.
—Corre.
El pijo intenta detenerlo, pero le sujeto poniendo mi
mano sobre su pecho. Le empujo contra una pared, mientras empieza a gritar como
una nenaza.
—¡Que alguien llame a la policía!¡Ayuda! —pero los
pocos espectadores que han presenciado la escena dan media vuelta y le ignoran.
—No sabes quién soy yo. Te arrepentirás de esto. ¡Ese teléfono cuesta más de lo
que tú ganas en un mes!
—Que te den, gilipollas —replico. Le suelto y me marcho
sin mirar atrás. Me alejo recordando las películas de Harry el sucio. Qué
grande era. «¿Te refieres a mí?»...no, espera, ese era otro. También me
gustaba.
Qué pijo tan tonto. Pero ese sucedáneo de Harry, ay...
ResponderEliminarJa ja ja Realilla, el pijo pijo de los de siempre. Y el otro ..... bah!! se lo merecía el pijito.
ResponderEliminarPascual, genial, me ha gustado mucho. Ponte las pilas y escribe sin parar, que tú si que vales.
Me ha gustado Pascual,
ResponderEliminarVaya, creía que era un texto, no una cartelera.
ResponderEliminarNunca me gustaron las películas violentas ni de vaqueros, jajaja... aunque algunas más actuales como director sí me han gustado
Ups, perdón, pero solo me aparecía el cartel y dos frases.
ResponderEliminarJajaja, buen relato, aunque no entiendo esta parte: "«¿Te refieres a mí?»...no, espera, ese era otro. También me gustaba."
ResponderEliminarGracias a todos y todas por leer y comentar. Selti, la frase del final es una referencia a Robert de Niro y su personaje en "Taxi driver"; otro justiciero que hace de las suyas en una peli que termina como el rosario de la aurora. Esa frase la pronuncia frente al espejo, mientras ensaya con un arma.
ResponderEliminar¡Hazme el día! -Si, con tu relato verdaderamente me has hecho el día, Gracias.-
ResponderEliminarGracias, devilblue696, eres muy amable, aunque cada vez que releo mi historia pienso que podría haber ido más allá, está algo desaprovechada. Saludos!!
ResponderEliminarMe encanta como has clavado la escena.. Los personajes, el argumento... todo. Me gusta todo. Si es que cuando el niño se pone a escribir...es un artista.
ResponderEliminarMariló, acabo de ver tu comentario, sorry... Me alegra que te haya gustado, aunque días después de escribir esta historia no paro de darle vueltas y se me ocurre algun fragmento que se podría haber cambiado, arriesgar un poco, ir un poco más allá, lo que pasa es que a veces también me da miedo quizá cargar un poco las tintas, jaja, en el equilibrio está la clave. Gracias...
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