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  • miércoles, 31 de diciembre de 2014

    Breve cuento de Año Nuevo



    Nos encontramos en el pasillo que lleva al dormitorio y algo sucedió. No sé si en él fue la abertura de mi pijama entre los pechos, o que a mí me atravesó su mirada sugerente de «¿por qué no?». De repente estaba adherido a mi espalda y sentí su aliento cálido en la nuca, la humedad de su boca en el cuello, en los hombros, la irreverente presión entre las nalgas y esa forma única de volar que aprendimos a la vez. Sí, nos encontramos en el pasillo de un modo inhumano, lo sé, indigno en dos personas que están a punto de divorciarse.

    Después de esto volver al salón fue volver a la realidad fría y meditada, una realidad de la que era imposible escapar y aun así, durante unos segundos, arrullados por el sonido de un televisor que nadie atendía, nos sostuvimos la mirada. Él me sonrió y dijo:

    ─ Marta, feliz año nuevo.

    Le devolví la sonrisa y, sin más, continuamos nuestra tarea individual de repartirnos los recuerdos.

    3 comentarios:

    1. ¡Feliz 2015 para ti también, Frida!

      Estupendo micro, aunque me pregunto por qué "tarea individual" si va seguido de "repartir", quiero decir que no podría ser de otra forma más que individual, ¿no? No sé si no lo entendí bien. :)

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    2. Gracias, Marusela.
      Bueno...estas cosas del lenguaje que pretende ser poético. De igual forma que se reparten las casas, los coches, etc., se reparten los recuerdos. Lo hacen individualmente, poco les une ya.

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